Pensando en todo lo que está sucediendo en el mundo, he llegado a esta sencilla conclusión: Si en la lucha contra el terrorismo permitimos que el miedo, el odio, el rencor llene nuestros corazones, entonces los que usan el terror para dominar, no importa si están a la vuelta de la esquina o aunque estén a miles de millas de distancia, habrán triunfado.
Toda mi vida la he vivido en tiempos de guerra. Nací en Colombia, Sur América, en 1955 en medio de “La Violencia”, período que terminó en 1958. Mis padres y mis hermanos fueron testigos de cosas horribles y difíciles de poner en palabras.
Devolvamonos un poco: En 1950 acababa la guerra de Corea y solo cinco años antes, en Septiembre de 1945 había concluído la Segunda Guerra Mundial. En 1958 iniciaba la guerra de Vietnam, que duró hasta 1975.
Luego, en Octubre de 1962 se dio la crisis de los misiles soviéticos que iban para Cuba. Sólo entre los siglos XX y XXI ha habido muchas guerras.
Desde entonces ha habido conflicto tras conflicto. En el momento de escribir esto, estamos viviendo la invasión Rusa a Ucrania desde el 2022 y ahora acaba de empezar la guerra de Israel contra el grupo Hamas.
Volvamos atrás, cuando en medio de la Violencia en Colombia, mi familia vivía en Urrao, el pueblo donde nací. En mi familia recordaban cuando varias veces pasaban aviones de guerra sobrevolando el pueblo, pues iban a bombardear posiciones guerrilleras cercanas. Aunque iban a atacar nuestros “enemigos”, mamá caía de rodillas llorando y orando a Dios por aquellos que iban a morir. “Ellos tienen mamá, papá y tienen hijos. Ellos también son seres humanos”, gemía mi mamá.
Como verás, crecí en un ambiente de guerra, pero al mismo tiempo en una familia compasiva. Decidí que nunca iba a perder mi sensibilidad y compasión por los que sufren, sin importar quienes sean.
Vivo en los Estados Unidos de Norteamérica desde hace muchos años. Durante un tiempo estuve en Colombia y trabajé en dos hospitales. En Bucaramanga atendí víctimas de guerra. No es algo agradable de ver lo que hace una mina antipersonal al cuerpo de un ser humano. En Medellín, vi pacientes víctimas de violencia urbana y guerra entre pandillas. En fin, todo esto para confirmar lo que te dije al principio: He vivido toda mi vida en tiempos de guerra.
Con la guerra de Israel, que de alguna manera se siente más cercana, he visto un aumento grande en los niveles de estrés de muchos de mis pacientes. “¿Qué hace uno con esta sensación de impotencia?” me preguntaba alguien. Otra persona se preguntaba cómo sería posible ayudar a quienes sufren, desde la distancia.
He decidido no hacer juicios de valor en este escrito, ni exponer mis creencias con respecto a aquellos momentos en que la guerra puede ser justificada. Me refiero a ¿qué sucedería hoy día si Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Rusia no hubieran hecho la guerra a Hitler?
Sin ser una guerra convencional, en muchos países del mundo hay una constante incertidumbre de tipo político y económico, de la cual se aprovechan y nutren algunos actores que creen en la intimidación y la agresividad para imponer su manera de pensar.
Me quedé pensando y llegué a estas ideas, que espero puedan ayudar en algo:
- Cuando escuches las noticias, mantén la calma en lo posible y evita difundir información no verificada o rumores. En momentos de crisis, es fácil dejarse llevar por la emoción y compartir información que no es precisa o que puede causar pánico. Trata de verificar siempre la información antes de compartirla.
- Escucha a los demás y trata de entender sus perspectivas. En momentos de crisis, es fácil caer en la polarización y el pensamiento binario. Es muy fácil juzgar y clasificar a las personas de buenas y malas.
- Puedes leer el artículo aquí: https://www.neurocoaching.us/10-claves-para-momentos-de-guerra-e-incertidumbre/